Cargada con cuatro nuevos colores de lana para tejer: marrón, naranja, magenta y violeta, ayer me encaminé hacia Pontejos en busca de botones. Y aunque no encontré lo que buscaba me encantó meter la mano y rebuscar entre los botones a 30 céntimos, aquéllos que se han quedado sueltos y si tienes suerte, encuentras algo que te guste. Reconozco que ni me paraba a mirarlos, solamente hundía mis dedos allí y acariciaba...como cuando buscaba posibles piedrecitas en las lentejas por mandato de mi abuela. Fue una sensación maravillosa.Igual que lo fue encontrar este cesto de flores de papel que, en realidad, es un pequeño cesto de costura porque al abrirlo encuentras toda clase de agujas. El baúl viejo de la abuela esconde todavía muchas sorpresas.
(este tocado lo hice este verano a modo de prueba. No quedé muy satisfecha con el resultado y es que siempre me ha parecido ver en él algo similar a la cresta de una gallina...)
(continuo tejiendo...)
Pues a mí me encanta, incluso viendo la cresta que tú también ves. Creo que el amigo no es común, pero no me extrañaría que nos hayamos cruzado en alguna ocasión. Vivo en el barrio, en la plaza, al lado de Little Miss Maimun. Preciosa entrada, he visualizado los botones como las alubias de Amélie, y yo también separaba las lentejas de las piedritas con mi madre. ¿Qué ha sido de eso? Un beso.
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